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Ismael Ramírez
Ismael Ramírez
Especialista en Medicina Familiar. Maestro en Farmacología. Dr. en Investigación Psicológica

Pseudociencias médicas I. Toque terapéutico- Reiki

15 febrero 2025
|
05:00
Actualizada
21:34

Estimados lectores, he insistido en que la medicina es una práctica profesional apoyada en ciencias y que desde sus orígenes surgió para ayudar al otro en situación de sufrimiento. Para ello buscó el conocimiento de la naturaleza refinando su método de búsqueda de conocimiento poco a poco, hasta llegar al método científico en el siglo XVI en su vertientes positivista aplicado a los fenómenos biológicos y el constructivista-interpretativista a los fenómenos psicosociales hace apenas unos 100 años. Ambas formas de conocimiento, más el experiencial personal están presentes en el ejercicio médico diario. Así, logramos comprender que el resultado global de un acto terapéutico -de cualquier tipo- es la suma del efecto específico de la intervención (p. Ej.: extirpar una apéndice cecal a punto de explotar en el abdomen y extirparla con la anestesia y técnica quirúrgica impecables) más la actitud compasiva del médico, y personal de salud, el buen uso de los analgésicos, la rehabilitación, etcétera. El ejemplo de la apendicectomía reúne ciencia positivista y trato humanista, el resultado final es evolución excelente del paciente. En la Edad Media Europea, cuando no había ciencia anatómica ni farmacológica para hacer lo que hoy es cosa diaria, los pacientes tenían terribles agonías del “mal del vientre” o “Pasión iliaca” (1). Ya existían la medicina tradicional de China y la ayurvédica de la India, se conocía el opio, pero no solucionaban el “mal del vientre”. La gente iba a su casa a morir, y si tenían suerte disponían de algo de opio para esta fase terrible; con suerte el absceso hepático drenaba su pus por la piel por meses. Bien, al ejemplo que puse, quítele usted lo que desee del lado científico o del lado humanístico y podrá imaginar el resultado final. Lo que quiero señalar es que las antiguas pseudociencias no resolvían lo que la medicina de esa época tampoco sabía cómo resolver. Hoy empezaré a platicar de pseudociencias, es decir, prácticas antiguas o recientes que usan un discurso aparentemente científico, pero que no cuentan con pruebas científicas verificables de su efectividad. Sus explicaciones teóricas son incoherentes y sus resultados positivos en casos reales pueden ser explicados por el complejo psico-cultural hoy denominado “respuesta al significado” que describí el 9 de noviembre de 2024 (2). Dejo claro que pueden tener éxitos terapéuticos, pero estos se deben al efecto de los significados que incluyen la personalidad del terapeuta, el contexto, esperanza, fe y la propia “historia natural de la enfermedad”, como ejemplifiqué antes con el caso del niño con mezquinos.

El toque terapéutico (TT), una pseudociencia auspiciada por universidades y doctorados de enfermería en USA

Si se hace una búsqueda en Google y se le pregunta si el TT es diferente del Reiki, la “inteligencia artificial” (IA)responde que son diferentes. Pero, obedecen al mismo sistema de pensamiento. Ambos, reiki y TT se basan en la teoría de que el terapeuta es capaz de sentir la energía del cuerpo, le llaman “Campo energético humano” (HEF en inglés). Y que son capaces de “redistribuir” esa energía “atorada”, “estancada” que causa enfermedades. En el reiki hacen esta labor posando las manos sobre el cuerpo y en el TT lo hacen sin tocar el cuerpo, pasan las manos unos 10 a 15 cm por encima de la piel, incluso sobre la ropa. El prestigio de esta pseudociencia era tal que la American Nurses’ Association expedía CERTIFICACIONES sobre Toque Terapéutico (3). Este era enseñado en unas 100 universidades en alrededor de 75 países a finales del siglo XX. Y las publicaciones en revistas científicas que afirmaban sus bondades superaban el número de 850 en el año de 1998, solo en idioma inglés. En 1994, la Universidad de Colorado investigó el tema y no encontró evidencia de calidad que verificara el pretendido poder de PANACEA delTT (Según ellos curaban desde los cólicos infantiles, problemas del tiroides, fiebres, sarampión, incluso resucitar algún fallecido) Pueden ver una lista completa en el artículo de JAMA de 1998 (3). Afirmaban que sus bases teóricas provenían del Yin-Yan y el qi chino, los chakras de la tradición Veda Hindú. Después cambiaron al concepto de “ciencia de la unidad de los seres humanos”, la Teosofía, las ideas del New Age, incluso el “fluido magnético universal” de Antón Mesmer que fue rebatido en la época de Luis XVI en Francia (4). De la década de 1970 en que surgió el TT cambiaron a usar términos científicos contemporáneos como potenciales electrostáticos, ¡teoría cuántica! También afirman el “cambio bioenergético”. Suena a ciencia desde luego. No sorprendería que incluyeran en poco tiempo el Bosón de Higgins (la partícula de Dios de la física contemporánea) (5). Los estudios comparativos TT con un placebo equivalente no lograron discernir si era posible “tocar los campos energéticos humanos y reacomodar la bio-energía” y expeler la energía de sobra o transmitir la que hacía falta. Las personas con serias quemaduras que participaron en el estudio usaron la misma cantidad de analgésicos en ambos grupos de estudio.

Demostración de que los expertos en toque terapéutico no logran detectar energía alguna

Una discusión científica bien fundada en medicina debe responder si existe un efecto específico del tratamiento o resulta de significados psico-culturales. Ya vimos que las ligaduras de las arterias mamarias fueron abandonadas en 1950 porque no existían un efecto específico del procedimiento (6). ¿cómo demostrar si había o no efecto específico del TT? La U. de Alabama ofreció 335,000 USD a quien proveyera de evidencia científica de que los expertos en TT detectaban el campo energético humano. No hubo candidatos en todo EUA. Ni cuando la oferta subió a 1 millón de USD.

Experimento demostrativo de la falsedad del principio del TT

Una niña de 9 años (Emily Rosa), hija de una enfermera, tenía una tarea de ciencias en su escuela, 4º grado de primaria. En conjunto con su mamá diseñaron la prueba para la tarea de su escuela. No imaginaron que sería una publicación científica mundial.

Una mampara separaba a los expertos en TT de la niña Emily. Ambos, experto en TT y la investigadora estaban sentados cómodamente, pero ninguno podía ver la cara o el cuerpo del otro. Los expertos en TT hacían todo su proceso de concentración, meditaban su deseo de ayudar y demás rituales conforme a su técnica. Cuando estaban listos pasaban sus manos por la hendidura inferior de la mampara con sus palmas hacia arriba y apoyaban el dorso de sus manos sobre la mesa en el lado de Emily. La niña ponía su mano unos 15 centímetros por arriba de UNA SOLA de las 2 manos del terapeuta. Emily escogía aleatoriamente la mano del experto en TT según un “volado” con una moneda (probabilidad del 50%, dado que la moneda tiene solo 2 caras). Y anotaba el registro de cada participante. Cada terapeuta hacía 10 ensayos. Así lo hicieron un total de 21 terapeutas voluntarios que dieron su consentimiento para el estudio y su publicación.

Resultados

Los aciertos de la suma total de ensayos fueron de 47% en un primer estudio. En un segundo estudio grabado para la TV, los aciertos fueron de 41%. (3). Si las alegadas bases teóricas de los promoventes del TT fueran ciertas, los expertos deberían haber detectado en el 100% de los casos la correcta posición de la mano de la niña experimentadora. La estadística de probabilidad indica que cuando se hace una serie de ensayos con solo 2 posibilidades (águila o sello de una moneda) por simple azar puede acertarse en el 50% de los casos. Quedó claro que los expertos no podían detectar la energía “del campo humano de la mano de Emily”. El rango de experiencia de los 21 participantes fue de 1 a 27 años; no hubo correlación de los aciertos con los años de práctica.Pero, la correlación estadística con r de Pearson fue 0.23 (muy baja). Participaron 9 enfermeras, 7 fisioterapistas certificados, 1 quiropráctico, un técnico de laboratorio, 2 personas sin carrera universitaria, y 1 persona aceptó participar, pero no acudió a sus pruebas.

Los autores concluyeron que no se justificaba la enseñanza del TT en las universidades y que no hay sustento para sus supuestos teóricos. En suma, la TT fue demostrada claramente como una pseudociencia, A PESAR DE SU CERTIFICACIÓN UNIVERSITARIA Y TESIS DOCTORALES.

Cierre

En mi opinión, en las escuelas de medicina debería discutirse formalmente el tema de las pseudociencias en los cursos de metodología de la investigación. Yo lo hice en cursos de farmacología aplicada en una universidad pública y una privada en Jalisco. La explicación reiterada de que algunos pacientes mejoran debido a “sus respuestas a los significados” abre camino para valorar el poder de la personalidad compasiva del médico. Un potenciador de los resultados finales reconocido en los textos de farmacología desde la época de los 1970 cuando cursé el pregrado en mi Alma Madre, la U. de Guadalajara.

Los charlatanes, el siguiente tema.

 

Referencias

3. Rosa, L., Rosa, E., Sarner, L., & Barret, S. (1998). A close look at therapeutic touch. JAMA, 279(13), 1005-1010.

*Las opiniones y contenidos en este texto son responsabilidad total del autor y no de este medio de comunicación.
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