Esta reforma ha generado en todo el país un debate intenso y polarización. Representa un cambio profundo en el sistema de justicia. Si bien los riesgos que conlleva son innegables, es crucial que la sociedad bajo este contexto, participe activamente en el proceso no solo para expresar su postura, sino para legitimar los resultados y mitigar las implicaciones que esta reforma podría tener.
La elección popular de autoridades judiciales, un eje central de la reforma, plantea serias preocupaciones. En teoría, podría interpretarse como constitucionalismo popular para el acceso al Poder Judicial federal y local, acercándolo a la ciudadanía, sin embargo, en la práctica, también se corre el riesgo de politizar y debilitar el sistema judicial.
La experiencia internacional, como en Estados Unidos, ha demostrado que someter a votación popular la selección de jueces puede priorizar intereses electorales sobre la imparcialidad y la justicia. Los jueces podrían verse presionados a tomar decisiones basadas en la opinión pública o en agendas ideológicas, en lugar de la ley y el respeto a los derechos humanos.
Ante un panorama tan complejo, surge una pregunta clave: ¿Por qué participar en un proceso que parece estar diseñado para otros propósitos? La respuesta principal radica en lo fundamental de la participación informada de la ciudadanía, para contrarrestar los posibles efectos negativos de la reforma.
Participar en el proceso no significa aceptar simplemente la reforma, sino valorar sus aspectos positivos y de riesgo, e implica ejercer con todo vigor las libertades ciudadanas para garantizar la independencia judicial y el respeto a los derechos humanos.
Todos tenemos un papel crucial que desempeñar en este sentido. A través de la participación activa, es posible exigir transparencia en la selección de candidatos, promover perfiles independientes y éticos, además de vigilar y observar que el proceso no sea afectado por intereses políticos.
Un ejemplo claro de la importancia de la participación ciudadana es la creación del Tribunal de Disciplina Judicial, una pieza clave de la reforma. Este órgano, encargado de investigar, sancionar a los jueces y evaluar su desempeño, tiene el potencial de convertirse en una herramienta eficaz, y más si se aplican nuevas tecnologías para garantizar la rendición de cuentas en el Poder Judicial; por lo que su integración y funcionamiento deben no moverse por intereses políticos ni convertirse en un mecanismo de control o represión.
La vigilancia ciudadana será esencial para asegurar que este Tribunal y todo el aparato judicial cumplan con su propósito ético y legal. Esto incluye exigir que los magistrados y jueces que lo integren sean electos por su experiencia y compromiso con un sistema de justicia, que verdaderamente sirva al pueblo, le dé a cada quien lo que le corresponda y ayude a evitar la corrupción e impunidad.