El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se refirió nuevamente a nuestro país, México. En una reciente entrevista en Fox News (una empresa de comunicación que ha sido abiertamente aliada de Trump y su movimiento), Trump emitió una opinión matizada: “México creo que está muy, muy asustado de los cárteles. De hecho, creo que los cárteles controlan grandes secciones de México y no quiero decir eso porque me llevo muy bien con la presidenta”. Pero lo dijo.
La cuestión no si Donald Trump dice verdades o mentiras.
Claro que los cárteles del narcotráfico han establecido control e influencia en amplias zonas del país, aunque no se pueda firmar si se trata del 40% del territorio nacional u otra cifra.
Y por otra parte, debe dudarse si tomar como un halago o una declaración positiva su reserva “porque me llevo muy bien con la presidenta”. Si fuera tanto su respeto por la relación con la presidenta mexicana, le habría informado de la aplicación de aranceles a los jitomates que se exportan a Estados Unidos en el marco de un acuerdo legal desde 1996.
El conflicto retórico para establecer quién tiene más culpa por el crecimiento del crimen organizado en México, no conduce a ningún lado.
Tan cierto es que no ha parado el tráfico de armas desde Estados Unidos a México, para fortalecer a los cárteles de la droga, como es verdad también que las autoridades mexicanas fallaron rotundamente el sexenio anterior con la política “abrazos, no balazos”, impuesta por el ex presidente Andrés Manuel López Obrador.
El discurso de Donald Trump conduce nuevamente a una discusión que se ha instalado en nuestro país y que se expresa en una pregunta: ¿Debe permitirse, en colaboración con los Estados Unidos, que se combata con armamento, tecnología y personal de sus fuerzas armadas, el combate al crimen organizado en territorio nacional?
Mientras se debate si los cárteles son o no, organizaciones terroristas; mientras se cuestiona porqué en Estados Unidos consumen las drogas que se trafican desde México; mientras se exige que dejen de enviar armas y se analiza el fracaso de la aplicación de la legalidad en nuestro país, lo cierto es que el gobierno de Claudia Sheinbaum sigue en su carrera contrarreloj: debe combatirse más y con mejores resultados, a los cárteles en México, mientras estos se tornan cada vez más violentos y retan abiertamente al Estado mexicano. Claro que hay miedo. Eso ya lo saben todos.
Lo que falta son resultados.