La presidenta de la república se anota un triunfo político de alto impacto, con repercusiones internas en la 4T y por supuesto, ante la opinión pública nacional e internacional. Con una jugada de billar denominada “de tres bandas”, consigue recuperar activos políticos y margen de maniobra frente a la crisis que ha enfrentado su popularidad y un significativo desgaste político desde hace al menos un par de meses, por el errático manejo frente a las protestas de la Generación Z y el caos carretero de transportistas y productores alimentarios.
La salida de Gertz Manero de la Fiscalía General de la República le permite enviar un urgente y además necesario mensaje de poder, teniendo enfrente diversos flancos abiertos como el del Donald Trump que exige, reclama, una mejor coordinación y mayor eficiencia en el combate al crimen organizado. Adicionalmente, también completa un eje que le funcionó en la CDMX con la dupla García Harfusch-Ernestina Godoy y por último, utilizó a Adán Augusto López para operar con rudeza el tema, entendiendo el senador que en su momento de debilidad debe acatar sin cuestionar las instrucciones de Palacio Nacional.
Tal vez por primera vez en poco más de un año, la presidenta da un manotazo en la mesa, marcando incluso cierta independencia de su predecesor. El manejo de Gertz en sus años por la fiscalía fueron poco menos que desastrosos; utilizar el cargo para vendettas personales con su familia política por herencias o el manejo de una universidad privada en Puebla, son solo botones de muestra de un personaje, representante fiel del manejo político de la procuración de justicia como en los años setenta.
A la presidenta le acabó siendo conveniente la resistencia de Gertz para renunciar. Le permitió utilizar todo el aparato de poder para doblegar al exfiscal, con la mayoría del Senado representada por las toscas formas de ejercer el poder de Adán Augusto López, quien logró con rapidez doblegar el intento de rebelión y entregó en bandeja el puesto a la titular del Ejecutivo, quien de manera interina colocó a una incondicional de toda su confianza, Ernestina Godoy.
Así, la presidenta toma la cadena completa de la procuración e impartición de justicia, con una fiscal afín, un secretario de Seguridad de toda su confianza y un Poder Judicial a su servicio. Ahora no tiene ningún pretexto y la consolidación de su posición en el tablero la convierte, sin medias tintas, en la total responsable de la seguridad en el territorio nacional.
Sobre la autonomía de la Fiscalía General, lo dejamos para mejor ocasión…