En economía no hay ganar-ganar porque las necesidades son muchas, pero los recursos son escasos. El aumento en el salario mínimo tiene claros beneficios sociales, pero también genera costos económicos adicionales y efectos negativos, especialmente cuando es superior a la productividad.
El 3 de diciembre, la Comisión Nacional de Salarios Mínimos informó sobre el nuevo incremento al salario mínimo del 13%, por lo que el nuevo salario mínimo será de $315.04 pesos diarios que equivale a $9,582.47 pesos mensuales; mientras que en la zona libre de la Frontera Norte aumentará 5%, quedando en $440.87 pesos diarios o $13,400 pesos mensuales. El incremento será vigente a partir del 1 de enero del 2026.
Con este nuevo ajuste, el salario mínimo lleva nueve años con aumentos de dos dígitos, y por lo tanto la recuperación del poder adquisitivo del salario real es del 154.2% desde 2019. El objetivo del gobierno es que para 2030 equivalga a 2.5 canastas básicas.
Estos incrementos explican la disminución de la pobreza por ingresos, por lo que 13.4 millones de personas dejaron de ser pobres por ingresos entre 2019 y 2024. Así en 2018, 51.9 millones de personas estaban en pobreza por ingreso (46.1% de la población total), y en 2024 la cifra fue de 38.5 millones (29.6% de la población total). Esto es una reducción del 25.8 por ciento.
Lo anterior no significó una reducción de igual magnitud en la pobreza extrema que pasó de 8.7 millones en 2018 a 7 millones en 2024 (reducción del 19.5%). Por otro lado, no disminuyó la pobreza de salud, sino todo lo contrario, aumentó un 111% al pasar de 21.1 millones en 2018 a 44.5 millones en 2024; adicionalmente el gasto de las familias en salud, con su propio dinero (desde su bolsillo) aumentó 41.4% en promedio en ese mismo período; pero el gasto de las familias más pobres (primer decil) aumentó un 83% de acuerdo con México Evalúa. Ello implicó que 287 mil hogares cayeran en pobreza como resultado directo del gasto en salud. Con respecto a la pobreza por rezago educativo, disminuyó ligeramente al pasar de 24.9 millones de personas a 24.2 millones, esto es una reducción del 1.2 por ciento.
Desde un enfoque de derechos sociales, la pobreza es una vulneración de derechos, es decir la imposibilidad de ejercer derechos sociales consagrados en la Constitución, como las limitaciones para acceder a servicios de salud, educación, vivienda, seguridad social y alimentación, y también a mejorar su movilidad social, a ello se le denomina pobreza multidimensional, y la pobreza por ingresos es solo un aspecto de la pobreza total.
El incremento al salario mínimo sería una buena noticia para los 23 millones 328 mil 508 trabajadores que perciben como máximo un salario mínimo, esto es el 39.17% de los ocupados, ¡cuatro de cada diez! Sin embargo, hay que recordar que el 29.5% de los ocupados se encuentran en el sector informal y por ello no cuentan con un reconocimiento de su fuente de trabajo y no cuentan con prestaciones y seguridad social; por ello lo más probable es que reciban un salario menor, recordando que en México 38.4 millones de personas ocupadas no tienen acceso directo a la seguridad social.
Por otro lado, solo 22 millones 789 mil 173 trabajadores están registrados al Seguro Social, esto es el 38.3% del total de la población ocupada, y en los últimos 12 meses los puestos de trabajo registrados crecieron muy poco, en 170 mil 231, a pesar de la incorporación de los trabajadores de plataformas digitales.
Los ocupados con acceso a instituciones de salud son solo el 39% (4 de cada 10), mientras que 6 de cada 10 no tienen dicha posibilidad.
12 millones 591 ocupados no tienen prestaciones laborales (21.1%), y 16 millones 658 mil 481 (28%) no cuentan con un contrato laboral por escrito, por lo que difícilmente recibirán dicho incremento.
Finalmente 29.5% de los ocupados se encuentra en el sector informal, es decir trabajan en empresas sin registro y que operan con los recursos del hogar, y 55.4% (1 de cada 2) se encuentran en informalidad laboral, es decir que su vínculo o dependencia laboral no es reconocido por su fuente de trabajo.
El incremento al salario mínimo es solo una parte del costo laboral y se refleja en prestaciones laborales asociadas al mismo. Cuando existe una relación laboral formal, el incremento en el salario mínimo incrementa también los siguientes rubros: aguinaldo, vacaciones, impuesto del 2% a la nómina, cuotas al IMSS, Infonavit, prima vacacional, prima dominical y días festivos, reparto de utilidades, finiquitos etc., y estas son algunas de las razones por las que el incremento en los registros patronales en el Seguro Social ha venido disminuyendo de forma persistente desde el 2018; y a partir de junio del 2024, en lugar de aumentar ha disminuido.
Cuando los salarios suben, las empresas, sobre todo las de bajo margen, absorben un mayor costo laboral, por lo que, cuando no están posibilitadas para trasladar dicho costo al precio de venta, se da un proceso de precarización laboral y despiden trabajadores para luego recontratarlos con un salario menor y con menores prestaciones o incluso sin ellas; así pueden despedir trabajadores, e intensificar la jornada de trabajo, de forma que lo que antes hacían dos personas ahora lo hace una, les dan contratos de trabajo temporales, o registran a los trabajadores con un salario menor al que realmente perciben. Las micro y pequeñas empresas se pasan a la informalidad y las grandes empresas tienden a sustituir la mano de obra por tecnología mediante procesos de automatización.